Muy gilipollas

Bueno hemos llegado, espero que todo salga bien. Repaso los pasos del plan, yo tengo todo, la sonrisa de tonto y los nervios que no me caben en el cuerpo. Ahora solo falta que aparezca por la otra punta del puente, espero que sus amigas hayan sido capaces de engañarla. Me tiembla el pulso y las rodillas, no hago más que jugar con el móvil dentro del bolsillo y andar de una esquina a otra del puente. Todos mis amigos disfrutando de ese viaje por Venecia y yo sin ser capaz de pensar en otra cosa que en aquello. Sé que no voy a ser capaz de tranquilizarme, así que tendré que intentar que no se me note mucho. Sé que cuando estoy nervioso me falla el pulso y la voz no me suele temblar pero si pierde fuerza y suena distinta. Me muerdo el labio, creo que tengo una herida. Mierda.

Aparece ella, y sonríe. tenemos unos 5 metros de distancia, los más largos de toda mi vida. Se acerca, la espero. Bueno allá vamos.

-¿Y tú eres el causante de que mis amigas se pusieran tan pesadas en que viniera a este puente? – Joder, que hago. Vamos, llevas toda tu vida con ella y ahora te vas a quedar callado. – ¿Sabes que hay que pasar por un palacio en el que me he perdido dos veces?

-Si, bueno no. Vale a medias.

-¿Estas bien? – Pregunto acercándose más. Doy un paso hacia atrás por instinto. Me giro y me pongo a mirar al canal. Que levanten el telón, que empiece el espectáculo.

-Si, solo un poco… ¿Sabes cómo se llama este puente?

-No ¿Debería?

-Supongo que no. Se llama al puente de los suspiros. – Me giro y la miro. Ella guarda silencio, no está conforme con mi explicación. – Este puente llevaba a una de las cárceles de la inquisición italiana, y su nombre viene de los suspiros que lanzaban los presos sabiendo que era última vez que verían el cielo y el mar.

Miro al cielo a través de una de las rejillas del puente. Ella recorre todo el puente con la vista.

-Bello y muy triste, la verdad. ¿Qué hacemos aquí? – Un silencio de blancas para mí, para el resto del mundo meras corcheas.
-Bueno me siento como esos presos, con la sensación de saber que pueda que sé la última vez que te veo, como te veo ahora. – Me acerco. Suspiro. Y la beso. Antes de que reaccione me aparto y mientras me giro sigo hablando. – Sensación de que sea el final de nuestra amistad, bueno al menos como era hasta ahora. – Me vuelvo a girar para mirarla.

-En serio, eres gilipollas. -Me besa, mientras oigo su bolso caer al suelo del puente. Su mano toca mi cuello mientras su sonrisa corta el beso. – Muy gilipollas.

 

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