“Los seres más perfectos cayeron del cielo por la soberbia»
A escasos metros de la mesa, detrás de la columna de mi personalidad hay otra columna. Está es distinta a los demás, el mármol no es liso, no tiene biseles claramente marcados. Es antigua, lleva desde que tengo uso de memoria. Esta formada por piezas pequeñas, de distintos tamaños y en distintos tonos de grises. A veces es casi negro, en otras brilla como el talco. Es una columna ancha, de unos dos metros de diámetro. Inacabada, su capitel está a la derecha, roto en varios trozos. Más de una vez me he sentido tan orgulloso de esa columna que pensé que estaba acabada, entonces colocaba su capitel floral encima. En ella aparecía una nueva pieza oscura que la hacia aumentar de tamaño y hacia que el capitel se cayera. En cada una de las piezas hay una frase, a veces esta firmada y con una fecha en números romanos. Otras no tiene nombre y son solo números.
Tomo un pitillo del paquete que descansa cerca del tintero rojo, lo enciendo con una vela que está en la izquierda de la mesa. Me levanto y me estiro. Voy despacio hacía esa columna, me gusta verla, leer lo que pone en alguna de las piezas que la forman. Aunque siempre leo las mismas. Leeré alguna, las que son mas grandes, las que las letras son más claras. Pasaré por alto las que he escrito yo –Que son muchas, son demasiadas-.
Busco la primera, no la coloqué yo. Desde entonces siento que la responsabilidad me persigue. Es una pieza no muy grande pero pesada. En letras doradas tiene escrito: “139” y dos letras. Toco el número, hay veces que preferiría que fuera menor, otras pienso que es mi mejor mecenas. Más arriba esta otra de color blanco, gravado en ella: “Tercero. España” tiene una marca de bala como punto y la silueta de mando detrás. Giro entorno a ella, veo frases que ahora no recuerdo porque están ahí. Hay una grande, cita: “Certamen de poesía”, la fecha esta borrosa. A su lado hay otra que recuerda la primera vez que fui delegado. Hay otra justo encima, es gris, el mismo gris del que era mi traje el día que hice el pregón de fiestas delante de todo mi colegio.
Anochece, nunca sé cómo funcionan los días aquí dentro. Creo que son mero capricho de Baco para que no me sienta tan culpable de beber siempre de día. Veo el sol caer rápido entre las columnas que marcan el Oeste. En letras rojas está escrito en otra pieza: “Dejas un recuerdo difícil de borrar, dejas un ejemplo con el que comparar a los siguientes” Siempre que leo esa frase, una macha sale en el pilar del amor. Es una hemorragia interna. La frase más cruel que se puede decir en una despedida. A continuación hay una que reza: “Campeones de CyL”, la sonrisa siempre se me escapa al visionar el abrazo después del partido.
Hay una blanca,la más blanca de toda la columna. Pone “Estoy orgulloso de ti”, esta firmada por PJ. Es la piedra más bella de toda la columna. Con fecha de este año hay dos que son grises pálidas, como la panza de un burro. En una pone “Quiero ser como tú” y en otra “Que nunca se te olvide que la gente te toma como ejemplo”. Pasé noches bebiendo delante de ellas, tenían mi sonrisa atrapada. La última que está puesta tiene escrito, en una piedra nueva; pone “Eres mi amarillo”.
Volví a la mesa mientras oía que la columna crecía con una nueva pieza. No me volví a ver que ponía, porque lo sabía perfectamente. Será un piedra gris, con letras plateadas. En ella estará escrita “La columna de la soberbia” junto a tres letras “TSP”. No controlo las piezas que la forman, solo sé que no se pueden quitar. Solo sé que cuanto más alta es, más difícil me resulta ver el cielo.
Aja….Esta entrada me gusta . La columna formada por piezas de nuestras ilusiones, opiniones propios y los demas..La columna de soberbia y inseguridad. Buena y creativa idea. Encantada de conocerle. Un beso.
Me halagan los tres comentarios que me has dejado, y mucho. De vez en cuando tenemos que oír cosas buenas de lo que nos ilusiona. Gracias.