Aprender de los errores

  En una conferencia Risto Mejide dijo con su tono de monologuista critico que le caracteriza que de los errores no se aprende. Y pienso que es verdad, ¿Qué aprendes de un error? Yo lo que diría es que los errores solo enseñan a no ser mediocres. Porque siendo sinceros lejos de Telecinco, los políticos corruptos, las chonis y canis de las playas veraniegas o las chanclas, el problema más serio que sufre la humanidad es la jaula de la mediocridad. Porque actualmente se premia la mediocridad. Solo hay que ver cómo el espíritu mediocre condena todo lo que no está a su alcance. Cómo aspira pero envidia, como juzga pero no actúa, como se conforma con todo y ante todo.


   Después de dicha conferencia seguí la pista a tan señalado personaje, y descubrí que basa su vida en una especie de llamar la atención, en dividir la humanidad en los que le apoyan y en los que le odian a muerte, con tan solo una condición: no ser indiferente a nadie. Y aunque suene demasiado drástico es condición es genial y me recordó dos frases, una me arranco una sonrisa porque nunca pensé que el Papa Francisco tuviera el mismo consejo que Risto para los jóvenes católicos. Fue el «Hagan lío» que se saliera de sus casa, de su conformismo, que un cristiano joven no puede ser indiferente para los demás. Y la otra de Oscar Waild que decía «Cada acierto nos trae un enemigo. Para ser popular hay que ser mediocre». Y esto último es una gran verdad, una de las cosas que más me gusta de las redes sociales como Twitter o Instagram es que puedes demostrar cosas como estas en escasos minutos. Y ahí podemos ver como estamos todos luciendo virtudes que no tenemos, logros que no son nuestros y fotos con más filtros para ser como todos, porque ahí esta el problema busca ser un más. Tener seguidores, amigos, ligues, fans, votantes o likes. ¿Pero de que sirve esto? ¿De qué sirve caer bien a todo el mundo? Pienso que si es así, algo estamos haciendo mal porque significa que no estamos defendiendo nada, o lo que se lee igual, que no tenemos ningún ideal en la vida, somos mediocres. Yo creo que el mayor indicativo de mediocridad es no saber que hacer con tu vida, es el instinto de mantener cientos de puertas abiertas y no cruzar ninguna, el lucir tu capacidad de elección sin elegir nada, el miedo a morir. Citaré una frase de un diálogo de un videojuego, que es de lo poco de lo que realmente sé.


«… la gente desea poder parar el tiempo y alargar su vida infinitamente, pero luego no hace nada con él. Una persona que no sepa aprovechar cada minuto de su vida como si fuera el último no merece ningún minuto más…»
«-… vi las notas que saco mi hijo este trimestre- Dijo el padre algo avergonzado- ha sacado un 10 de dibujo y ha suspendido matemáticas.


   En el fondo el miedo al fracaso es lo que alimenta la mediocridad, y puede que por eso sea lo único que merezca la pena aprender de un fracaso, que es necesario para dejar de ser mediocre. Que bien visto está no ser nadie, pero no nos engañemos, nos enseñan a ser mediocres, porque pasar de curso con tres asignaturas en la ESO es mediocre, porque pensar que todos tenemos que ser buenos en todo es mediocre. Un profesor con el que estuve hablando hace poco, que no citaré porque me ha pedido que no lo haga, tuvo la siguiente conversación con el padre de uno de los alumnos del que era su tutor.
«-He visto las notas de mi hijo – Dijo el padre un poco avergonzado- Un 10 en dibujo y un 3 en matemáticas.-¿Y que piensa hacer? – Pregunto el tutor.
-Pues contratar un profesor particular de matemáticas para mi hijo y…
-No, contrate uno de dibujo, no condene a su hijo a ser un mediocre por no saber matemáticas- Interrumpió el profesor – Si se esfuerza; aprobara matemáticas y será un genio en dibujo…»

   Me pareció el mejor consejo que oído en mucho tiempo sobre aprovechamientos de talentos, la pena que haya sido con 20 años. Porque es la mediocridad la que mata sueños, la que obliga a genio a marcharse de país o trabajar de cosas en las que no son buenos. Porque en el fondo es la mediocridad es lo que lleva a donar cientos de miles de euros a concursantes de reality shows, lo que lleva a manifestarse en contra de todo lo distinto o intentar que todo este regulado, protegido, definido y políticamente correcto. La mediocridad ciega el reconocer a gente superior a ti, el talento reconoce genios, aprende de ellos.

Y diré con palabras de Chesterton que lo mediocre es estar junto a lo sublime y no darse cuenta, por si no os gusta, que os enfadéis con él.

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