Leyendo una entrevista del Times a Einstein, un 23 de diciembre de 1940, me vino la idea de que una persona no católica puede tener aprecio o agradecimiento hacia la iglesia católica, cosa que a apriori parece imposible totalmente después de la infinidad de errores que ha cometido en la Historia. Las palabras del emblemático físico fueron:
«Cuando llegó la revolución [nazi] a Alemania, miré con esperanza a las Universidades, pues siempre se habían sentido orgullosas de defender la verdad. Pero las Universidades fueron acalladas. Entonces miré a los grandes editores de periódicos, que proclamaban su amor a la libertad en ardientes editoriales. Pero también ellos fueron reducidos al silencio, ahogados a la vuelta de pocas semanas. Solo la Iglesia permaneció de pie y firme para hacer frente a las campañas de Hitler para suprimir la verdad. Antes no había sentido ningún interés por la Iglesia, pero ahora siento por ella un gran afecto y admiración, porque solo ella ha tenido la valentía y obstinación de sostener la verdad intelectual y la libertad moral. Debo confesar que lo que antes despreciaba, ahora lo alabo incondicionalmente.»