A falta de pocas horas de un examen importante me encuentro mirándote. Me rio no porque me he vuelto a descubrir mirándote si no porque me da igual ese examen mientras tu estés aquí, delante, estudiando. Pasas de mí, bueno mejor dicho, solo soy uno más de tu lista de amigos, un trago amargo que tengo soportar, aunque no quiera.
Juegas con tu pelo, pero no sabes que al hacerlo juegas conmigo, cambiaría todo lo que tengo por compartir el dichoso destino de es lápiz que apoyas en tus labios. Me preguntas algo y me ahogo en la profundidad de esos pardos ojos, en el brillo que les causa cualquier luz de la oscura biblioteca. ¿Y crees que me importa lo que me puedas preguntar? Lo único que me importa es saber que respuesta me darías si te digo que dejáramos de estudiar y nos quedáramos mirándonos hasta que uno se ría, que nos inventemos historias de la gente al pasar, sentados en cualquier banco de esta ciudad, el saber si me dejarías contar todos los lunares que tienes en la espalda.
Pero todo sera igual, tu aprobarás, yo suspenderé. Yo seguiré escribiendo y tu seguirás siendo el motivo de todo lo que escribo.