He concluido mi primer semestre en la universidad, y aunque no haya obtenido los resultados que esperaba, si he tenido los que me merecía. La verdad es que este semestre me he planteado si esta carrera es la que de verdad quiero hacer, si yo de mayor quiero ser físico. No estoy seguro de querer pasarme el resto de mi vida entre libros o estudiando estrellas, partículas y largas ecuaciones. Ahora lo pienso y no sé si elegí bien la carrera. Lo que yo quiero es ayudar a la gente por lo que quizás habría sido mejor opción una carrera como medicina, magisterio o psicología. A un amigo mío, le preguntaron cuando empezó la carrera de audiovisuales la razón por la que había elegido la misma, él respondió que en verdad no la quería hacer, pero que para cumplir su sueño necesitaba esos conocimientos. Quiere ser mago.
Sin embargo, hoy un profesor nos ha dicho que tal vez, el verdadero motivo por el que estamos haciendo esa físicas es por la capacidad que se adquiere para solucionar problemas, pero nadie ha dicho que esos problemas no puedan ser amorosos, judiciales, administrativos, políticos o culturales. Esa idea me gusta. Esa idea de poder solucionar problemas desemboca en un hecho mayor, la intención de cambiar el mundo. La verdad, me gustaría que existiera una ingeniería para cambiar el mundo, pero no lo hay.
Una historia que me contaron no hace mucho:
» Un señor mayor al morir confiesó a su hija una lección que comprendió tal vez ya un poco tarde;
– Hija, me pasado mi niñez queriendo cambiar el mundo y mi juventud intentado cambiar mi país. Ya cuando maduré me di cuenta que tal vez podría cambiar mi entorno ya que, todo los ambiciosos objetivos anteriores no los había conseguido. Ahora ya tarde me doy cuenta que si tal vez hubiera empezado por cambiar yo, podría haber cambiado a mi conocidos, a mi país, al mundo…»
Y en palabras de Arquimedes diré: «Dame un punto de apoyo y moveré el mundo». Nosotros somos ese punto de apoyo que puede cambiar el mundo, sobre todo los jóvenes. Pero para eso hay querer y estar formados, y con eso no me refiero a títulos universitarios, porque por supuesto que hay una crisis económica, pero la que de verdad me preocupa, es la crisis moral.